Textos y Contextos
jueves, 25 de febrero de 2010
Tiempo de silencio
Prólogo al libro de Berta Alvarez de Banterla
Recuerdo mi primera entrevista con Berta hace dos o tres años. Me había telefoneado para tomar clases y quedamos en vernos en el bar de una librería en Caballito. Al llegar, me mostró el borrador de su novela y me aclaró su intención de ser fiel a los hechos que le habían tocado vivir. Le comente, a grandes rasgos, en que podría consistir nuestro trabajo y pronto nos pusimos de acuerdo sobre que zonas del texto habría que retocar.
No me sorprendió, después, una vez avanzada nuestra misión, verla algo incomoda al caer en la cuenta de que mi función era hacer de sus vivencias un producto literario, pues estoy acostumbrado a que esto pase sobre todo cuando el alumno viene para escribir un texto autobiográfico. La tarea más difícil para mí en esos casos es convencerlos de que la paradoja de la ficción consiste, justamente, en que se torna imprescindible si queremos ser realistas.
Al cabo de unos meses Berta concluyó sus clases y el libro quedo terminado. No volví a saber de ella. Mucho tiempo después, volvió a llamarme para decirme que estaba dispuesta a publicarlo, lo cual me dio una gran satisfacción.
Hoy al disponerme a escribir este prólogo, vuelve a mi una constelación de recuerdos que están asociados a mañanas que tienen el sabor del café con leche en las que compartimos nuestra pasión por la literatura, ya sea discutiendo sobre la conveniencia o no de un narrador en tercera persona, o comentando algún que otro pasaje de nuestras vidas.
La literatura es un misterio pero es parte de la vida y cualquiera que haya escrito aunque más no sea una página lo sabe. El texto nunca está en los signos lingüísticos sino en las infinitas connotaciones que dispara en quien lo lee.
Tiempo de silencio brinda un valioso testimonio de cómo encontró ella en la fe y el amor de sus seres más cercanos la fuerza interior que le permitió ir más allá de una gran adversidad en un determinado momento de su vida. Así, Berta, devenida en heroína de su novela, se desplaza alternadamente por iglesias y hospitales en una Buenos Aires arrasada por la crisis del 2001. Consulta médicos del cuerpo y médicos del alma para que la ayuden en su búsqueda.
Cadenas de oraciones, misas, diagnósticos adversos y sesiones de radioterapia se suceden, junto a una recapitulación de su vida que le ayudará a descubrir que la suya, como la de cualquier ser humano, está llena de sentido pero también de un profundo e insondable misterio.
Creo que en suma este libro posee un enorme valor no sólo capaz de iluminar a quien le toque pasar por una situación análoga, sino también para transmitir un mensaje que va más allá; y que cuestiona el paradigma vigente en nuestro tiempo, en torno a que la única meta en nuestra vida es ser feliz y obtener, sólo, el máximo placer posible.
Parafraseando a Gurdjieff diría que el libro de Berta nos lleva a pensar que si la vida no es una superación voluntaria de dificultades, las que nos ocurren y las que creamos intencionalmente, entonces es tan sólo un juego de azar.
Julio C. Recloux
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